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El frente griego es uno de los grandes desconocidos de la II Guerra Mundial, y sin embargo fue en la Hélade donde se libró una de las batallas cruciales que decidieron a la larga la suerte del conflicto.
El 28 de octubre de 1940, la Italia de Mussolini invadió Grecia, utilizando Albania como cabeza de puente, y el Duce se las prometía muy felices. Esperaba obtener una victoria fácil con una inversión de tiempo y de recursos limitada; no contaba con la aguerrida resistencia de los griegos, y pronto saltaron las costuras de una operación mal planificada y ejecutada desde un cálculo erróneo de los riesgos y las potenciales dificultades.
Mussolini, desbordado por la heroica rebeldía de la población helena, se vio obligado a pedir ayuda a Hitler, quien, no sin reservas, accedió a socorrer a su aliado itálico iniciando el desembarco en suelo griego a principios de abril de 1941. Las primeras operaciones militares auguraban un rápido sometimiento de Grecia; era sólo un espejismo. Los griegos iban a revelarse un hueso duro de roer, y el precio a pagar por la capitulación total tendría repercusiones inesperadas en la estrategia bélica global del Tercer Reich.
企業網站 Retraso en la invasión de la URSS
Se han vertido ríos de tinta calibrando el impacto que la invasión alemana de Grecia tuvo en el fracaso global de Hitler y, más específicamente, en el fiasco de la Operación Barbarroja. La ocupación de Grecia y la campaña teutona en suelo soviético se desarrollaron de forma simultánea. El Führer confiaba en que las operaciones en la península Helénica no alteraran sus planes en el frente ruso, pero la realidad es que las dificultades experimentadas en la campaña griega, por lo pronto, provocaron un crucial retraso de seis semanas en la decisiva invasión soviética. Esta demora concedió una valiosa prórroga a Stalin para prepararse ante la inminente puesta en marcha de la Operación Barbarroja y, lo que es tanto o más importante, condenó a las tropas alemanas a enfrentarse a los inclementes rigores del invierno ruso, que acabarían por dificultar extraordinariamente su avance y multiplicar el número de víctimas ante las acometidas del “General Invierno”.
La invasión italiana de octubre de 1940 no fue, en ningún caso, una sorpresa para los griegos. Bien al contrario, conscientes de la amenaza que suponía el expansionismo militarista del incómodo enemigo transalpino, ya en la década de 1930 habían comenzado a prepararse para el potencial intento de anexión mediante la construcción de una tupida red de fortificaciones en la frontera entre Grecia y Bulgaria: la llamada Línea Metaxás. El país helénico era consciente de que ese era su flanco más débil y la puerta de entrada natural de una hipotética invasión italiana. En efecto, el gobierno del primer ministro Ioannis Metaxás supo prever las intenciones de Mussolini: el 28 de octubre de 1940, el Duce lanzó su ultimátum previo al inicio de las inevitables hostilidades.
El comienzo de la guerra greco-italiana selló la entrada de Grecia en la Segunda Guerra Mundial, que habría de durar mucho más de lo que el líder italiano tenía previsto. Desde el principio, los griegos se vieron obligados a adoptar una estrategia meramente defensiva, ya que no gozaban de los medios ni recursos de su enemigo. Pero el deficiente liderazgo del ejército transalpino, sumado a la precaria calidad de su equipamiento y armamento y a la falta de apoyo del gobierno búlgaro, así como a las dificultades orográficas de la frontera albano-griega, tornó en poco tiempo la empresa italiana en uno de los mayores desastres y humillaciones sufridos nunca por Mussolini. Así las cosas, Alemania, a su pesar, se vio obligada a intervenir en auxilio del Duce en un teatro que consideraba absolutamente secundario.
企業網站 La lucha por el control de Creta
La llamada Batalla de Grecia (nombre por el que se conoce a la invasión alemana de la península Helénica) arrancó el 6 de abril de 1941 y, a pesar de los enconados intentos del Ejército griego por detener el rodillo germano, veinticinco días después, con la toma de Kalamata, la Grecia continental claudicaba ante la superioridad de la maquinaria bélica del Tercer Reich. Pero no todo eran buenas noticias para el mando alemán en la Hélade. En el continente todo parecía estar bajo control, pero en Creta se libraba la batalla más feroz de la guerra en este frente. De entre los escasos atractivos que el país heleno tenía para los alemanes, uno era el control de la isla egea. En primer lugar, porque proporcionaba una plataforma envidiable para las incursiones aéreas en el continente, y en segundo lugar, porque otorgaba una ventaja estratégica excepcional –que permitiría eventualmente barrer la presencia británica del Mediterráneo oriental– y una inmejorable cabeza de puente para lanzarse posteriormente a por el control del Canal de Suez y de Chipre.
Creta fue, de hecho, el escenario de una de las mayores operaciones aéreas germanas de toda la guerra. La invasión de la isla fue ejecutada por un contingente de 8.000 paracaidistas, que forzaron la evacuación británica. En diez días, la isla cayó bajo control germano, pero el precio pagado fue extraordinariamente alto. Tanto es así, que la Batalla de Creta fue rebautizada como “Cementerio de la Fallschirmjager” (nombre en alemán de las unidades de paracaidistas), ya que el Ejército del Reich sufrió más de seis mil quinientas bajas. Fue la primera gran operación protagonizada por los paracaidistas y también la última. Los cretenses vendieron muy cara su piel, y fue precisamente durante la batalla cuando los alemanes se toparon por vez primera en Grecia con la oposición de una Resistencia organizada, a la que se sumaron incluso mujeres y niños.
El 1 de junio de 1941, Grecia, incluidas las islas, estaba ya bajo control alemán, pero sus habitantes habían demostrado ser fieros combatientes y la semilla de la Resistencia estaba germinando. El rey Jorge II, entre tanto, puso rumbo a Egipto, donde se constituyó un Gobierno en el exilio plenamente reconocido por los aliados, pero no tanto dentro de la propia Grecia, donde era contestado por los sectores más izquierdistas. Como respuesta, los alemanes constituyeron su propio Gobierno títere encabezado por el general Georgios Tsolákoglu, que fue incapaz de evitar la anexión forzosa de amplios territorios de Macedonia y Tracia a Bulgaria, lo que provocó la indignación de la inmensa mayoría de la ciudadanía griega, golpeada además por una gran hambruna que comenzó a causar verdaderos estragos a finales de 1941.
El nuevo Gobierno no gozaba de ningún refrendo popular, y sólo se mantenía en pie gracias al apoyo de los invasores alemanes e italianos, generando cada vez más desconfianza y oposición entre una población civil decidida a sacudirse el yugo teutón por cualquier medio necesario. La mecha de la rebeldía en el continente la encendieron, al abrigo de la noche del 30 de mayo de 1941, dos estudiantes universitarios, Apóstolos Santas y Manolis Glezos, trepando en secreto hasta la Acrópolis para quitar la bandera nazi allí instalada por las fuerzas de ocupación. Fue un acto simbólico de gran resonancia popular que despertó la furia de atenienses y griegos, sembrando la semilla de un movimiento de Resistencia que se iba a revelar como uno de los más aguerridos de toda Europa.
企業網站 Macedonia marca el camino
Habría que esperar, no obstante, hasta el mes de septiembre para que cuajara finalmente el primer movimiento organizado en una de las zonas donde las cotas de indignación eran más altas: Macedonia, en la que la humillación por la anexión búlgara de vastos territorios de la región era gasolina que sólo necesitaba una débil mecha para prender. Y el estallido llegó a la ciudad macedonia de Drama a finales de ese mes cuando, en reacción a las acciones represivas del gobierno búlgaro, se desencadenó una revuelta civil que se saldó con una masacre y más de tres mil cadáveres. Aquel episodio fue un punto de no retorno. La Resistencia macedonia fue la primera en organizarse.
Ya en julio de 1941, un grupo de oficiales del Ejército constituyó el YBE (Defensores de Grecia del Norte), mayoritariamente integrado por miembros del viejo régimen, leales al Gobierno en el exilio y escorados hacia los valores de la derecha. El resentimiento generado por las anexiones búlgaras fue el elemento de cohesión en torno al cual surgieron en las montañas de Macedonia los primeros grupos armados organizados (andartes), que señalaron el camino a otras regiones del interior de la Hélade. Poco a poco germinó la conciencia de que los civiles estaban completamente abandonados a su suerte, con la clase política totalmente neutralizada o cómodamente a salvo en el exilio. Ese vacío de poder provocó una inevitable renovación de las estructuras políticas activas desde la clandestinidad, que certificaba la total desaparición de la vieja guardia y el surgimiento, en consecuencia, de nuevos líderes y organizaciones político-militares comprometidas con la liberación de Grecia del yugo germano-italiano.
Si el YBE era aún una estructura a caballo entre el viejo y el nuevo orden, el EAM, el Frente de Liberación Nacional, aglutinaba en torno a sí las sensibilidades de los diferentes grupos republicanos contrarios no sólo a la presencia alemana en la Hélade, sino también a la figura del rey Jorge II, que había sido cómplice en 1936 del golpe de Estado perpetrado por Ioannis Metaxás. Constituido el 27 de septiembre de 1941, este colectivo estaba dominado principalmente por miembros del Partido Comunista.
Las siglas de la nueva organización lucieron escritas con fuego en el monte Himeto el 28 de octubre de 1941 y, tras una primera fase de activa participación en huelgas y manifestaciones, en febrero de 1942 se dio vía libre a la movilización de un brazo armado del EAM bajo el mando de Athanasios Klaras. Había nacido el ELAS, que logró ser el epicentro de la Resistencia griega atrayendo a sus filas a los principales andartes y convirtiéndose muy pronto en la peor pesadilla del Gobierno de ocupación nazi, con exitosas acciones de guerrilla contra el invasor y espectaculares actos de sabotaje que no hicieron sino inflamar aún más el instinto de supervivencia de los griegos, estimulando así la proliferación de núcleos de Resistencia por todo el país.
企業網站 Un desastre sin paliativos para Italia
En paralelo, nacía también el EDES (Liga Nacional Republicana Griega), liderada por los generales republicanos Stilianos Gonatas y Napoleón Zervas, que terminó por constituir, en imitación del EAM, su propio brazo armado, el EOEA (Grupos Nacionales de Guerrillas Griegas). Los andartes del ELAS operaban fundamentalmente en Grecia Central, mientras las guerrillas del EOEA se hacían fuertes en la región de Etolia. En un país tan montañoso como Grecia, con infraestructuras deficientes, vías de comunicación sin asfaltar y una cultura de la guerra de guerrillas grabada a fuego en el ADN de sus habitantes (que hicieron estragos utilizando estas tácticas durante los tiempos de la dominación turca), el movimiento griego de Resistencia no tardó en adquirir una dimensión gigantesca, que escapaba completamente al control de las fuerzas de ocupación. Sufrieron las continuas e imprevisibles incursiones de estos grupos los italianos, peor equipados que sus aliados alemanes y a cargo de vastas zonas rurales en diferentes puntos del país. Con frecuencia, los guerrilleros del ELAS tomaban al asalto las gendarmerías y se hacían con el control de los pueblos, sitiando a las tropas italianas completamente desbordadas por la eficacia del enemigo.
Los dos principales grupos de resistencia, el EAM y el EDES, eran capaces de diseñar acciones conjuntas y coordinadas, como el espectacular sabotaje del puente de Gorgopótamos del 25 de noviembre de 1942. Pronto, las rencillas ideológicas y la enconada rivalidad desarticularían la colaboración entre ambos grupos. Las acciones del ELAS iban minando la moral y capacidad logística de los italianos y, entre la primavera y el verano de 1943, el desastre era ya evidente. Las fuerzas del Eje, y muy especialmente las transalpinas, habían perdido el control por completo en el ámbito rural.
企業網站 Alemania recupera terreno
El interior de Grecia estaba ya en manos de la Resistencia. Alemanes e italianos se esforzaban, al menos, por mantener el control de las principales ciudades y vías de comunicación. En septiembre de 1943, los italianos capitularon, dejando completa e inexorablemente a merced de las guerrillas los territorios bajo su mando. Pero el Ejército alemán no iba a quedarse de brazos cruzados y se apresuró a llenar el vacío de poder, recuperando el control de las zonas perdidas por los italianos a sangre y fuego. Los nazis hicieron gala de una crueldad desmedida y pusieron todos los medios –los que no tenían sus socios transalpinos– en arrasar los núcleos de actividad rebelde, incendiar, demoler y asesinar, perpetrando auténticas masacres en Kommeno o Kalavryta. En julio de 1943, el ELAS y el EDES firmaron un acuerdo accediendo a ponerse bajo las órdenes del Alto Mando Británico para coordinar sus acciones, pero fue una mera operación de maquillaje sin efectividad real.
La rivalidad entre ambos grupos era irreconciliable. Cada vez más, el ELAS había dejado de ser el socio imprescindible del bando aliado para derrotar a los alemanes. A nadie entre los aliados ni en el Gobierno provisional griego se le escapaba la posibilidad de que se hiciera con el poder en Grecia una vez terminada la guerra, y su radicalismo político lo convertía en un amigo ya demasiado incómodo. Para combatirlo, los británicos decidieron financiar directamente a grupos de Resistencia monárquicos y anticomunistas con la esperanza de lograr contener la expansión de las guerrillas y los grupos de Resistencia de extrema izquierda. La escalada de tensión no hizo más que crecer y los alemanes ejercían ya, de hecho, como un actor secundario en esta batalla. En octubre de 1943, el ELAS atacó las bases del EDES en Épiro; tras una tregua efímera entre ambos grupos (Acuerdo de Plaka) forzada por los aliados, las hostilidades se reanudaron, así como entre ellos y las guerrillas anticomunistas.
企業網站 De la Guerra Mundial a la guerra civil
En marzo de 1944, el ELAS dio un paso al frente constituyendo un nuevo Estado, conocido como Grecia Libre y vertebrado en torno al Comité Político de Liberación Nacional, también llamado “Gobierno de la Montaña”, que estaba dominado por el Partido Comunista y no fue reconocido por los aliados. En octubre de ese mismo año, los alemanes se retiraron definitivamente de Grecia dejando el país inmerso en un absoluto caos. El brutal ataque perpetrado por miembros del ELAS contra el EKKA, uno de los principales grupos de la Resistencia anticomunista, en el cual se ejecutó a su líder, el coronel Dimitrios Psarros, un republicano muy popular y respetado por todos los bandos, selló definitivamente la división del país en dos bandos irreconciliables. La Resistencia griega había derrotado a italianos y alemanes, pero a finales de 1944 había poco que celebrar. El país se encaminaba inexorablemente a una guerra civil.